Llega esta etapa del año, los docentes estamos cerrando ciclos, y es inevitable ponerse a pensar en los logros y fracasos del año que se va cerrando, sobre todo en orden a repetir conductas que nos llevaron a los logros y evitar las conductas que nos empujaron a fracasar. Creo que esta reflexión es indispensable para poder corregir el rumbo e intentar mejorar nuestro desempeño.
En este campo hay una infinidad de puntas de ovillo de las cuales podemos comenzar a tirar, de modo que, tal vez, no sea esta la única nota que escriba sobre el tema. Pero hoy me interesa particularmente hablar de la soledad en la que nos quedamos cuando decidimos pensar en forma independiente, sobre todo en estas épocas en que el pensamiento masificado parece reinar sobre las almas de nuestros contemporáneos.